La ética de Aristóteles tiene un fin que se resume en la búsqueda de
la felicidad. Para algunos, la felicidad consiste en los placeres; para otros,
en las riquezas; pero el hombre sabio la busca en el ejercicio de la actividad
que le es propia al hombre, es decir, en la vida intelectiva. Ello no excluye
el goce moderado de los placeres sensibles y de los demás bienes, con tal de
que no impida la contemplación de la verdad. Sobre esta base desarrolla
Aristóteles el concepto de virtud. La virtud consiste en el justo medio. Lo que
quiere dar a entender es que el actuar del hombre debe estar regido por la
prudencia o regla recta. Hay dos modalidades de virtud: las dianoéticas (que se
refieren al ejercicio de la inteligencia) y las éticas (que se refieren a la
sensibilidad y los afectos). Todas las virtudes son hábitos que se adquieren
por medio de la repetición. La virtud por excelencia es la justicia, la cual
consiste en el acatamiento de las leyes y en el respeto a los demás ciudadanos.
Ser ético según Sócrates consiste en dejarse y guiarse
por la razón, en torno a lo que esté bien y renunciando a lo que está mal.
Ser ético significa
encontrar la felicidad sólo si se actúa en conformidad con las propias
convicciones; de allí que ser feliz consiste en ser ético, es entonces saber lo
que está bien y en conformidad con ese saber hacer el bien. Pues no hacer el
bien significa ser infeliz o no ser ético.
La ética para Platón es que el alma humana está
compuesta por tres elementos.
1. Intelecto
2. Voluntad
3. Emoción
Cada uno de los cuales
poseen una virtud específica en la persona buena y juega un papel específico.
La virtud del intelecto es la sabiduría, o el conocimiento de los fines de la
vida, la de la voluntad es el valor, la capacidad de actuar y la de las
emociones es la templanza o el autocontrol.
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